breve historia Nathali-Lithana
HISTORIA LECTOESCRITORA
Soy Nathalí Ramírez Galán, nací en el municipio de Socorro, en el departamento de Santander y en mi hermoso país Colombia. Soy fruto de la unión de dos personas de características muy diferentes, en cuanto a su personalidad y aspecto físico; ellos son conocidos con el nombre de Rosa Galán y Arturo Ramírez León, mis padres. Habité con ellos y con mis hermanos en una casa muy grande, con corredor largo, varias habitaciones (12), un garaje en el que caben dos autos, un patio, un solar que contenía algunos árboles y animales (conejos, pollos, pájaros, patos, camuros, un perro, hámsteres, tortugas, sapos, lombrices, hormigas y otros que no recuerdo o no ví).
Recuerdo que aprendí a montar en bicicleta a los cuatro años de edad, mis hermanos contribuyeron en este logro y también en los moretones que me gané, debido a las caídas que tuve por tratar de hacerlo, claro que no eran malos intentaban rescatarme pero llegaban tarde, y ya estaba en el suelo. También a los cuatro años mi mamá me empezó a poner a rayar los cuadernos, preparándome para ir a la escuela; inicié el kinder a los cuatro años y medio, mi madre quería que el colegio me quedara cerca, pero no me aceptaban por la edad, además no había cupo.
El que no pudiera estudiar en el colegio que quería, no fue problema, porque fui feliz en los establecimientos en los que estudié de niña. Ingresé a la concentración escolar Nuestra Señora del Socorro, mí adorada escuela, allí viví situaciones agradables y unas bochornosas. Mi primer día de clase fui acompañada por mi hermana, pero lo más interesante fue que cuando mi hermanita iba en busca de mí, se llevó una sorpresa, yo no me encontraba en su espera. Ella se asustó mucho y yo eso no lo tuve en cuenta, llegó llorando a la casa, pues pensaba que mi madre le iba a pegar, pero se puso feliz cuando me vio allí. Yo estaba contenta, porque había sido capaz de recorrer aproximadamente 15 cuadras y llegar a salvo a casa, me sentía grande.
En mi casa vendían pollos y como yo debía aprender a trabajar, me dieron un canastito pequeñito, que aún existe, para que fuera a repartir menudencias y medios pollos a las casas que estaban cerca de la mía. Ya cuando sabía manejar la cicla, me iba más lejos en ella. Disfrutaba cuando el aire golpeaba mi rostro, como la brisa movía mi ropa, y como el placer era grande, no me importaba tener que empujar la bicicleta por varias cuadras empinadas, con el fin de obtener mi recompensa, esa rica corriente de aire que acariciaba mi cuerpo. Me gustaba también usar una cachucha, metía mi cabello, no muy largo, en ella para luego quitármela y agitar mi cabeza como lo hacia una modelo en una propaganda.
Desde pequeñita le quitaba el maquillaje a mi mamá, para aplicármelo en el rostro aunque no fuera en los lugares habituales de su uso, colgaba de mi cabello ganchos grandes de flores hechos en seda de colores. Me la pasaba viéndome al espejo y mi papá regañándome por eso. Decía que lo que más le fastidiaba de mi tía yo lo había heredado, esa vanidad que no soportaba, que tal vez era un castigo por criticarla, lo peor para él fue que así seguí por años hasta que tubo que esconder todos los espejos de la casa para que no me viera tanto.
Además de vender pollos y cobrarlos, iba con mi familia a la finca de tío Saturnino, al que quise tanto. En el campo era feliz cuando iba al pozo a coger con un colador pececitos de colores, siempre trataba de llevármelos y mi papa no me dejaba porque le mojaba el carro, aunque unas veces a escondidas lograba llevármelos. En la finca bajaba guayabas, ayudaba a recoger naranjas, cogía café, comía guamas y jugaba con los perritos.
Hay una situación que recuerdo mucho, incluso tengo presente el sabor de lo que almorcé, fue un día en que quedamos de ir a piscina, y yo como siempre me demoré en el mandado, por eso mi mamá decidió que de castigo ya no iríamos, pero mi papá como cumplía lo que decía, me llevó a mi solita. Me pidió una bandeja de sobrebarriga, la más deliciosa que he probado en mi vida. Mi papá no se metió en la piscina sólo me observaba mientras yo nadaba. Fue el mejor castigo.
Desde pequeña trabaje, debía ayudar en la casa, pero detestaba tener que ir a hacer mandados, mientras otros niños los sábados se la pasaban viendo televisión, por eso me demoraba en cada salida, pues me quedaba viendo “matachitos” en cada casa a la que iba a llevar los pollos y cuando volvía a casa mi mamá me esperaba con la correa. Cuando ya parecía que yo no entendía mi papá me daba por ahí tres correazos durísimo, yo prefería que me pegara quince mi mamá que pegaba pasito. Mi relación con mi nona por parte de mi mamá no fue muy buena, porque ella recomendaba que me mandaran a un internado, menos mal que mi pipa no dejó, lo único que me gustaba de que mi nona fuera a mi casa, era porque me contaba historias de Juan sin miedo, la torre del humo, y otras que ya no me acuerdo.
El bachillerato lo hice en el Colegio Oficial Avelina Moreno del Socorro, ingresé a los diez años y medio, allí pase momentos muy agradables, era muy tímida y seria, después de los catorce años empecé a acercarme a los muchachos y no me intimidaba hablarles, todo lo contrario, pero siempre fui muy fuerte en el trato, les dejaba claro que yo no me dejaría tratar mal y si me tenía que ir a las peleas lo haría aunque fueran hombres, pero sólo era un decir, nunca me atreví a golpear a alguien en el colegio por temor de que me expulsaran. En la escuela si les pegaba, peleaba con niñas y niños y nunca me dejaba ganar.
En el colegio no era de las estudiantes sobresalientes, y en verdad en ninguna parte lo he sido, mi primer diploma me lo dieron en kinder, al igual que a todos mis compañeros; en el colegio icé bandera el día de la democracia, todos los que allí estaban presentes la izaron. El único que recibí a diferencia de los demás fue por actitudes artísticas, era la que mejor dibujaba del salón y la profesora me quería mucho. Si me preguntan por la lectura, puedo responder que solo me leí dos libros en bachillerato, El Caballero de la Armadura Oxidada y la Vorágine, pero porque me tocaba leerlos, me daba pereza, lo único era que me gustaba hacerle los dibujos a esos trabajos y escribir resúmenes.
Ahora en la universidad la historia no ha cambiado mucho, leo sólo lo que me toca, si me llama la atención un libro lo empiezo a leer, pero jamás lo termino, he leído mucho, por cuestión de trabajos y la obligación de entregarlos.
Nathalí Ramírez Galán. Código:2035276
1 Comments:
Por favor lea con mucha atención dos de los trabajos de sus compañeros. Exprese sus observaciones en relación con el contenido y la calidad de la redacción, justifique con argumentos académicos sus apreciaciones Luego si realice la autoevaluación cualitativa y cuantitativa de su trabajo.
Escriba su nombre cuando realice el comentario y también cuando exprese su autocalificación, además el código de su grupo, estos datos ayudan a tener mucha claridad al momento de realizar la planilla definitiva de notas para el INSED
Gracias
German Chapeta
Tutor INSED-UIS
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